
Por su parte la (AC) representa una alternativa ante aquellos modelos que dominan el ambiente académico y práctica profesional. Esta pone en entredicho las prácticas clínicas al uso y lleva incluso a proponer la desmedicalización de la depresión.
Las prácticas clínicas en entredicho se refieren tanto a la medicación como a la terapia cognitiva. La medicación es sin duda el tratamiento más utilizado hoy día para la depresión. Pues bien, la (AC) ha mostrado ser tan eficaz como la medicación en la depresión mayor. En cuanto la Terapia Cognitivo Conductual esta más bien incluye técnicas dirigidas a la activación de conductas, a las distorsiones o pensamientos automáticos y a los esquemas o creencias subyacentes. Por el contrario la (AC) propone la realización de actividades a pesar del estado de humor y pensamiento negativo que se pueda tener. En todo caso, la aceptación de la AC está más orientada al cambio que propiamente a la aceptación, ya que trata más de modificar las condiciones de las que depende la ‘experiencia depresiva’ que de aceptar tal experiencia como ‘filosofía de vida’. Por consiguiente los fundamentos sobre la (AC) a nivel terapéutico son:

b) La terapia trata de enseñar al cliente a ser activo, a pesar de sus estados emocionales. La cuestión es que el cliente actúe de acuerdo a objetivos de su interés en vez de acuerdo a cómo se siente.
c) La terapia necesita identificar los patrones de respuesta que puedan estar manteniendo la depresión. Esto supone analizar sobre registros diarios u otros datos las pautas características del cliente en la vida cotidiana.
d) La terapia enseña al cliente a hacer análisis funcionales de sus propias conductas, identificando sus antecedentes y consecuentes. Supone por lo general una nueva perspectiva acerca de sí mismo, consistente en entender el propio comportamiento en relación con el contexto, en vez de conformarse con explicaciones internas que apelan a sentimientos o pensamientos. No se trata de invalidar ni de disputar las explicaciones que dan los clientes en términos de causas internas como, por ejemplo, cuando atribuyen su comportamiento a la ‘baja autoestima’, sino de relacionar tales ‘causas’ con condiciones del contexto manejables. Así, respecto de la señalada ‘baja autoestima’, el terapeuta no discutiría este concepto sino que diría algo como, ‘Bien, la gente entiende diferentes cosas por este término, me gustaría saber qué significa para ti. ¿Podrías decirme qué cosas están ocurriendo cuando te sientes con baja autoestima? ¿Hay veces en las que tu autoestima es alta?’ Una vez que las explicaciones internas, que parecían autosuficientes, se relacionan con las condiciones de las que en realidad dependen, es posible ‘activar’ a la persona de una manera en la que puede ahora crear, cambiar y mejorar su situación, incluyendo la ‘autoestima’.
Referenncias:
Jacobson, N. S., & Dobson, K. S. (2000). A Component Analysis of Cognitive–Behavioral Treatment for Depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64(2), 295-304.
Lejuez, C. W., Hopko, D. R., & Hopko , S. D. (2001). A Brief Behavioral Activation Treatment for Depression. Behavior Modiification, 25(2), 255-286.
Pérez , M. (2007). La Activación Conductual y la Desmedicalización. Papeles del Psicólogo, 28(2), 97-110
Fuente: http://www.psychoeduca.com